La boca de un adulto se puede componer de hasta 32 dientes, cada uno de ellos distinto a los demás y con una función distinta (cortar, desgarrar, triturar, etc); por lo tanto, debemos saber que todos los dientes contribuyen de forma activa a la formación del bolo alimenticio apto para ser deglutido.
La ausencia o pérdida de una pieza dental, puede producir en nuestra salud un efecto dominó negativo; ya que puede ser el desencadenante de multitud de problemas, algunos de los cuales detallamos a continuación:
- Descompensación de nuestro sistema masticatorio, y por lo tanto, pérdida de la eficiencia masticatoria.
- Problemas de digestión.
- Inclinación y rotación de las piezas vecinas. Las piezas dentales se alinean mediante un sistema de fuerzas; por lo tanto, la pérdida de una ellas, puede conllevar, que las piezas vecinas se puedan girar e inclinar, perdiendo así la oclusión (mordida) con su pieza antagonista (diente con el que muerde). Los movimientos de rotación e inclinación descontrolados, pueden poner en riesgo la continuidad del hueso (soporte del diente); y esto a su vez, puede derivar en problemas de movilidad, sensibilidad e incluso enfermedad periodontal.
- Atrofia del maxilar y de la mandíbula con cambios en la morfología del hueso. Cuando el hueso no desarrolla la función de soporte del diente, el mismo puede perder longitud y grosor (aproximadamente entre 1 y 3 mm de altura, por 4 mm de grosor); dando lugar a cambios en las estructuras, e imposibilitando en muchas ocasiones la colocación de implantes y prótesis dentales*
* Es importante tener en cuenta que para la colocación de implantes, debemos contar con un mínimo de altura y grosor del hueso que nos permita la osteointegración del mismo sin invadir zonas prohibidas: los senos en la arcada superior, y el nervio dentario en la arcada inferior. En el caso de no contar con hueso suficiente para cumplir con estas premisas, será necesario realizar una técnica quirúrgica conocida como «regeneración ósea», que consiste en aumentar la altura y anchura del hueso mediante una cirugía minimamente invasiva.
Por último, debemos saber, que no sólo los dientes tienen la capacidad de evitar esa pérdida ósea, sino que existe la posibilidad, de que los propios implantes dentales realicen esa función; es por ello, que en los últimos años, los implantologos se estén decantando por la colocación de implantes inmediatos que son aquellos que se colocan en el mismo momento de la exodoncia de una pieza en mal estado y que no se pueda arreglar con otra técnica más consevadora; de esta forma, el paciente se ve favorecido, puesto que tras la extracción y en el mismo acto se coloca el implante, realizando únicamente una cirugía, disminuye su tiempo de tratamiento y disminuyendo la posible pérdida ósea.
Cuando por algún motivo, no es posible la colocación de implantes inmediatos, se pueden realizar técnicas de preservación alveolar, que nos permitirán minimizar la pérdida ósea, e incluso favorecer la formación del mismo. Dicha técnica se puede realizar mediante hueso autólogo (del propio paciente), o mediante biomateriales o LPRF (plasma rico en linfocitos y factores de crecimiento).
A continuación os mostramos un caso clínico realizado por el doctor Francisco Acedo de una exodoncia de un molar fracturado, con colocación de implante inmediato y regeneraicón ósea preventiva para evitar la pérdida de tejido duro y así reforzar el implante.